domingo, 23 de mayo de 2010

ODIÁNDOTE

Cierra los ojos y dime que ves.
Tápate las orejas y escucha.
Aléjate de mi y siénteme.

Sentir esa dulce derrota. Cuando juraste y perjuraste que tú y solo tú dabas sentido a tu vida. Que nunca, nadie, te volvería a arrebatar esas ganas locas de vivir, que creías que podía existir un mundo tremendamente feliz en el que solo tú movieras ficha. Volvió la persona que hizo que creyeras que el sentido de tu vida estaba en ti y... volvió a arrebatarte tus ideales forjados con el más jodido dolor, con los dientes apretando por la rabia, con la cara llena de lágrimas y siendo un monstruo con fines derrotistas.

¿Qué más puedo ofrecer?
Quizá la muerte... Porque mi vida... Porque mi vida... Juré que nunca más lo diría, pero tú eres más fuerte que todos lo jodidos ideales que he construido para aniquilarte, para hacerte añicos, para empequeñecerte reducido a la más mínima fracción de segundo..., así que... Porque mi vida ya es tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario